Las abajo firmantes, en nombre propio y como representantes de las asociaciones y entidades de las que formamos parte, queremos manifestar nuestra indignación ante el tratamiento informativo dado por su periódico, tanto en la edición en papel de hoy, como en la electrónica, a la noticia del asesinato machista en Elx (Alicante).
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/05/02/valencia/1335944427_282579.html
Tras casi siete años de vigencia de la Ley Integral contra la Violencia de Género, cuando las campañas y los esfuerzos de sensibilización, de formación, de educación, de prevención, acaban en la mínima expresión presupuestaria, al igual que los siempre insuficientes (y ahora insignificantes) recursos de atención; creemos que, como mínimo, hemos de exigir a los medios de comunicación el respeto debido a las víctimas.
La mujer asesinada ayer es, era, una víctima de violencia de género. Y PUNTO. Las alusiones a su “presunta dedicación a la prostitución”, a sus “presuntos problemas de drogadicción”, a los “múltiples antecedentes policiales de la víctima”, que contrastan con la “ausencia de antecedentes del agresor”, o “la posibilidad de que la fallecida tuviera otra u otras relaciones sentimentales”, para nada cambian el hecho esencial del que se había de informar: la mató el hombre que era su pareja. Dar voz y nombre a las personas del vecindario, como si de expertas se tratará, contraviene las normas de tratamiento informativo de la violencia de género que, si bien no “obligan” sí son de consenso en los medios de comunicación democráticos. Todos esas informaciones solo contribuyen a restar credibilidad a la víctima y, por ende, a todas las mujeres víctimas de violencia de género. Cuando se descalifica a una mujer, nos descalifican a todas, no debemos olvidarlo.
¿Por qué no hicieron hincapié en los aspectos de la noticia que sí son significativos de esta violencia: la desigualdad, la vulnerabilidad, el abuso de poder…?
Nosotras creemos que la responsabilidad de los medios de comunicación en la trasmisión de valores sociales es ineludible. Aplaudimos el trabajo que desde la profesión periodística se ha hecho durante años para visibilizar y nombrar la violencia contra las mujeres, reconocemos su labor de sensibilización. Pero en momentos en que vemos retroceder nuestros derechos no podemos consentir que también se vulnere nuestra dignidad.