¡Qué lindo tema! Sobre todo por las respuestas que se leen.
Por mi parte, después de pensarlo un poco, entre tantas cosas que a uno le gustarían, ya que es sólo por un día, mi deseo sería una variantre de lo que tan ingeniosamente planteó Kirie (ella dijo "no ser por un día, para saber lo que se siente"); por mi parte, el "no ser" pasaría por no tener más que paz y tranquilidad completas. Un "no ser" en cuanto a preocupaciones o consideraciones a fin de que todo mi ser tenga un día de verdadero y legítimo descanso, a fin de poder afrontar mejor los demás.
¿Por qué no "otra cosa"?
Es algo bastante complejo de explicar. Pero intentaré decirlo breve.
1.- Se padece más a la pérdida de lo que se tuvo (así sea sólo por un día) que la carencia de aquello que nunca se tuvo ni se tiene certeza de saber qué es o cómo se siente. (bastante larga ya es mi lista de "pérdidas" como para tener ganas de acrecentarla por lo de un único día y que, para peor, quizás sea para descubrir después que me equivoqué de modo agigantado, por lo que expongo en el punto siguiente).
2.- Respecto a tantos bien intencionados recuerdo una pregunta que me fulminó como un rayo, interiormente, cuando me la dijeron a eso de los 21 años, en una conversación en la que me quejaba de la impotencia ante tanto sufrimiento generalizado: "¿Y cómo sabés que queriendo hacer un bien, no estás haciendo un mal peor?"
Con lo cual terminé comprendiendo al por qué se insiste con la frase "de buenas intenciones está tapizado el camino al infierno"; ya que los caminos de Dios son insondables y, a veces, los males y padeceres sólo cumplen una función positiva aunque no lo parezca. Detalle que está muy bien alegorizado en una breve historia de ésas que circulan por internet y por mail, pero no logré hallar.
Me refiero a la de un hombre que le pidió a un Jesús crucificado que le permitiera reeamplazarlo un rato en la cruz. Jesús accedió con una única condición: Que mientras él estuviera reemplazándolo, se abstuviera de decir una sola palabra o intervenir de algún modo en los acontecimientos que viera. El hombre aceptó, el cambio se realizó, llegaron peregrinos y el reemplazante no toleró quedarse callado a pesar de su promesa y, cuando Jesús volvió, le hizo notar cuánto daño había ocasionado creyendo imposible equivocarse en que redundaría en un bien su intención de ayudar.
Sólo por estas cosas es que pediría un día de descanso real y completo en todos los aspectos de mi ser.