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Acordes de guitarra que resuenan en el eco del tiempo cada vez más lejanos, cada vez más debiles.
La luz del alma deslumbra los ojos de los ciegos y su ardor congela la lava de los volcanes.
Mirada lasciva e insinuante, mirada de promesa de fuego entre el hielo.
Estrellas luminosas destellan en el universo que existe entre mis manos dubitativas, bailan al son de la música estelar que las piedras muertas son incapaces de escuchar.
La luz de esta estrella azul se apaga, parpadea resistiéndose a morir por esta noche, pero hasta las estrellas acaban por fundirse con la oscuridad del telón de fondo.
Desde la oscuridad del infinito, las piedras de rasposa textura admiran y observan con pasión a las estrellas deslumbrar infinitos ojos, mientras la música fluye a través de la materia y las piedras sordas tan solo se conforman con las vibraciones del baile del universo.
Letras grabadas a fuego en el papel del olvido, letras de calor y sentimiento, letras con hambre de corazón. Música de verbena para recitar la verdad que palpa mi mano al rebuscar en el cubo de la oscuridad. Réquiem para celebrar la llegada de otra oportunidad.
Luz que ciega de momento, luz que ilumina día y noche, luz que descansa entre sabanas y almohada.
Luz que se apaga cuando la vista se nubla, luz que retorna cuando te escribo estas palabras.
Enigmas que tan solo el suero de la verdad y la luz que recorre mi cerebro descubren y discuten.
Buenas noches mis amigos.