Desde antes de lo que podía recordar, siempre fue una persona especial, y no porque fuera alguien mejor o peor que nadie, sino porque la vida le había encomendado una tarea no frecuente entre las demás personas. En su avanzar por el camino de su existencia decidió que quería coleccionar alguna cosa, pero pensó que ya que él no era alguien habitual, su colección tendría que parecerse de alguna manera a él. Le llevó un tiempo pensarlo, y lo hizo con paciencia pues sabía que la vida no tiene prisa, y por más que nos empeñemos en dársela, ella iría a su ritmo.
Se observó a si mismo, a la vida que llevaba. A la obligación impuesta desde no sabía donde, a ser un observador, a saborear instantes de vida, con la constante compañía de la inestabilidad estable.Una mañana, se levantó con una idea en la cabeza. Miró por la ventana y se encontró con los brazos aprobatorios del sol. Sonrió, y supo que ya la tenía.
Desde ese momento, se convirtió en Coleccionista de Días. La carácterística principal de su colección sería coleccionar dias centrándose en el nuevo recién llegado. Los otros, los dejaría archivados, con alegría, pero sin ánimo de ir revisándolos cada dos por tres, porque su afán consistía en coleccionar y avanzar. Sumar días, ampliar la colección.
Pasó el tiempo y su colección se hizo grande, como amplio es el tiempo. Habían días de todos los colores y sabores. Llenos de todo tipo de sensaciones, desde las más dulces a las más amargas, pasando por las agridulces, y algunas realmente excepcionales, que visto así, pasados los años, y teniéndolas recopiladas, nunca habría imaginado que sería capaz de disfrutar de aquella manera.
El coleccionista, como buen observador, apreció que su colección tendría que acabar algún día, pero decidió no prestar atención a ese hecho y centrarse exclusivamente en cada nueva pieza que pudiera ampliar su colección. Siguió avanzando y recopilando, hasta que un día, llegó al final. No se sintió triste, porque sabía que en esta vida, todo tiene un principio y un final. Tampoco pensó que el objeto de su colección fuera inútil, por no tener continuidad, sino al contrario, pensó que esa era la mejor herencia que podía dejar a los que había amado, y así lo hizo.
El coleccionista se fue. Sus días recopilados debidamente clasificados y ordenados por sentimientos, acontecimientos, emociones y sensaciones, se convirtieron en un tesoro de incalculable valor, para todos aquellos que le conocieron, y que tuvieron la fortuna de caminar junto a él.
Besos, foro. AQUI Y AHORA.